Escudriño el sonido del viento, siento como roza mi piel, trato de prestarle atención a su muda voz porque siento que a través de él me hablas. Siento que cada vez que desalborota mi pelo o me acaricia el rostro es como si fueran tus manos, tus dulces, suaves y laboriosas manos.
El viento, el embriagador y refrescante viento, gira y gira en el entorno, hace bailar de alegría las hojas de los árboles. Tan travieso el viento, tan juguetón pero al mismo tiempo tan melancólico. Cuando escucho su sonido me entristezco y una lágrima va rodando por mi rostro cuando recuerdo los momentos vividos junto a ti.
Viento cruel que me hace recordar que ya no estás aquí y lloro desconsoladamente, y me entierro en el pasado, en ese pasado donde estabas tú, donde el mismo viento que ahora me susurra también rozo tu pelo. Ese viento, que tuvo la dicha de conocerte en cada una de tus etapas y que te acompaño hasta tu destino final. Si, ese mismo viento hoy me susurra, me habla con su muda voz y quiero creer que me has enviado un mensaje con él, quiero creer que te impregnaste en él y que me estarás acompañado en cada uno de mis pasos.
Busco al viento cada noche y le ruego que te de mi mensaje, le pido que te diga cuanto he llorado tu partida, que te diga cómo me duele el corazón, que te cuente que ya mi vida no es la misma, que me siento mutilada, siento que un pedazo de mí ha sido arrancado y que mis días no tienen sentido sin ti, que vivo cada día con remordimientos añorando un pasado que paso. Le suplico al viento que te cuente que en cada madre que miro veo tu rostro, que me rompe el alma recordando las cosas que aun te faltaron por ver, las cosas que me faltaron por darte, por decirte, por preguntarte.
Cruel y despiadado viento que me recuerda lo sola que ahora estoy porque mi pilar, mi vida, mi existencia eras tú. Le ruego al viento que te lleve mis lágrimas para conozcas las magnitud de mi dolor.
Oh viento que sopla alrededor llévate mi dolor.
(Escrito una noche triste de un diciembre alborotado por la brisa, 14/12/2011)